Los seres humanos llegamos a una conclusión por unanimidad: TODOS QUEREMOS SER FELICES.
La felicidad tiene muchas caras y hay varios niveles de felicidad que podemos cultivar según la filosofía hindú. Es posible reconocer y tener acceso a este tesoro que todos tenemos dentro de nosotros y que garantiza un estado de bienaventuranza duradero y menos dependiente de las variaciones de humor, emociones y factores externos.
Budistas, hinduístas y escuelas filosóficas como el yoga han estudiado y clasificado diversos niveles de felicidad. Para tener una idea, en sánscrito, existen por lo menos 30 palabras para describirlos. Entre ellas, existe una para identificar el placer transitorio (sukha), otra que indica el estar contento (santosha), una para la felicidad espiritual (mudita) y una cuarta que expresa la felicidad más profunda (ananda).
La filosofía oriental nos enseña que aunque el mundo exterior nos dé placer y alegría, es posible tener acceso a niveles más profundos y duraderos de felicidad; la principal receta para eso es depender cada vez menos de personas y circunstancias.
Los maestros orientales afirman que el camino para ser feliz está dentro de cada uno de nosotros y nada tiene que ver con hechos buenos o malos que se presenten en nuestras vidas.
SER FELIZ ES NUESTRA VERDADERA ESENCIA y es necesario que lo recordemos mil veces al día.
El camino que podemos seguir para vivir momentos cada vez más profundos y duraderos de felicidad no es tan complicado como creemos; sólo debemos ir a nuestra esencia divina.
Aceptemos lo que la vida nos ponga en el camino, eso trae paz instantánea que es el inicio de la felicidad. Hay que recordar cada día que dentro de nosotros existe un manantial inagotable de felicidad. No hay que culparnos de nuestros errores: caerse mil veces y levantarse es parte de la vida. No alimentemos centenares de deseos ya que éstos nos harán andar en círculos sin llegar a ningún sitio y por lo tanto nos dejarán insatisfechos e infelices.
Cuando la mente está más serena, nos convertimos en amos y señores de nuestro mundo y dejamos de ser influenciados por nuestras emociones. Aquiete su mente por medio de la meditación , el yoga y técnicas de respiración.
Desarrolle una práctica espiritual, ore, medite. Eso trae paz.
Dé alegría a otros seres, esa también es otra forma de atraer la felicidad.
Todos queremos tener una felicidad duradera... con estas prácticas todos podemos llegar a Ananda, la felicidad suprema. Según el Vedanta, una de las filosofías del Hinduísmo, Ananda es la meta que debe ser alcanzada por todos los seres; es la felicidad eterna, inmutable y plena. Esa es la felicidad que todos buscan conciente o inconcientemente. Es la felicidad de los que alcanzaron la iluminación.
Esta felicidad es nuestra verdadera naturaleza, el yo más profundo o divino. Esta esencia que nos pertenece está escondida pero la podemos recuperar con determinación y prácticas adecuadas como el yoga y la meditación.
La felicidad tiene muchas caras y hay varios niveles de felicidad que podemos cultivar según la filosofía hindú. Es posible reconocer y tener acceso a este tesoro que todos tenemos dentro de nosotros y que garantiza un estado de bienaventuranza duradero y menos dependiente de las variaciones de humor, emociones y factores externos.
Budistas, hinduístas y escuelas filosóficas como el yoga han estudiado y clasificado diversos niveles de felicidad. Para tener una idea, en sánscrito, existen por lo menos 30 palabras para describirlos. Entre ellas, existe una para identificar el placer transitorio (sukha), otra que indica el estar contento (santosha), una para la felicidad espiritual (mudita) y una cuarta que expresa la felicidad más profunda (ananda).
La filosofía oriental nos enseña que aunque el mundo exterior nos dé placer y alegría, es posible tener acceso a niveles más profundos y duraderos de felicidad; la principal receta para eso es depender cada vez menos de personas y circunstancias.
Los maestros orientales afirman que el camino para ser feliz está dentro de cada uno de nosotros y nada tiene que ver con hechos buenos o malos que se presenten en nuestras vidas.
SER FELIZ ES NUESTRA VERDADERA ESENCIA y es necesario que lo recordemos mil veces al día.
El camino que podemos seguir para vivir momentos cada vez más profundos y duraderos de felicidad no es tan complicado como creemos; sólo debemos ir a nuestra esencia divina.
Aceptemos lo que la vida nos ponga en el camino, eso trae paz instantánea que es el inicio de la felicidad. Hay que recordar cada día que dentro de nosotros existe un manantial inagotable de felicidad. No hay que culparnos de nuestros errores: caerse mil veces y levantarse es parte de la vida. No alimentemos centenares de deseos ya que éstos nos harán andar en círculos sin llegar a ningún sitio y por lo tanto nos dejarán insatisfechos e infelices.
Cuando la mente está más serena, nos convertimos en amos y señores de nuestro mundo y dejamos de ser influenciados por nuestras emociones. Aquiete su mente por medio de la meditación , el yoga y técnicas de respiración.
Desarrolle una práctica espiritual, ore, medite. Eso trae paz.
Dé alegría a otros seres, esa también es otra forma de atraer la felicidad.
Todos queremos tener una felicidad duradera... con estas prácticas todos podemos llegar a Ananda, la felicidad suprema. Según el Vedanta, una de las filosofías del Hinduísmo, Ananda es la meta que debe ser alcanzada por todos los seres; es la felicidad eterna, inmutable y plena. Esa es la felicidad que todos buscan conciente o inconcientemente. Es la felicidad de los que alcanzaron la iluminación.
Esta felicidad es nuestra verdadera naturaleza, el yo más profundo o divino. Esta esencia que nos pertenece está escondida pero la podemos recuperar con determinación y prácticas adecuadas como el yoga y la meditación.
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